Dear my friends:
Por fin deja de llover y me pongo mis Fred Perrys de cuadros blancos y negros con puntera parecido al flequillo que llevaba cuando me las compré. El problema es que son taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan claras, taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan fáciles de ensuciar que tienes que tener muy claro cuando las vas a usar.
Subo al metro… y tengo que coger la línea roja, que además llega al extrarradio y pasa por el mismísimo centro de la city. ¿Qué significa eso? Que va lleno de gente, chicas con botas blancas, gente que no se ponen los auriculares del phone para escuchar música, chicas con enormes aros de color oro en las orejas hablando por teléfono a grito pelao, enormes melenas, chándales con rayas a los lados e indecisos en general que no saben donde coño ponerse y dan más vueltas que la chica que esta bailando en el anuncio de TENA LADY preguntándole a su novio si se ha fijado que tiene perdidas de orina mientras su vestido se levanta hasta la línea de las bragas.
Con todo ese ajetreo… tengo que estar pendiente que nadie me las pise. Es taaaaaaaaaaan estresante pensar en ello en estas circunstancias… y:
La vi… era ella, una gran representación de cada uno de los aquí estaban. Pelo bien largo sin forma, aros grandes y revoloteando por todo el maldito vagón para encontrar sitio. Molestó al de mi derecha, molestó al de mi izquierda, molestó al de enfrente de mí, molestó al de atrás… A todos menos a mi, aunque en la parada donde la mayoría de los viajeros bajó, se quedó un asiento vacío en diagonal mío. Más lista que el hambre volvió a moverse de nuevo, pasó por debajo de mi brazo –casi rozando mis bambas con sus botas de tacón de mal gusto- y contra viento y marea sentó su culo en el sitio. ACABO POR NO PISAR MIS SHOES. Y se lo agradezco.
Cuando parecía que todo el riesgo había pasado, me encontré con mis amigos, entramos en el Bar Negroni a tomarnos unas alhambras y BIIIIIIIIIIINGO…. Tuvo que entrar el único habitante de Juneda a pisarme mis preciosas y hasta ese momento limpias bambas.
ME CAGÜEN LA PUTA
Por fin deja de llover y me pongo mis Fred Perrys de cuadros blancos y negros con puntera parecido al flequillo que llevaba cuando me las compré. El problema es que son taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan claras, taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan fáciles de ensuciar que tienes que tener muy claro cuando las vas a usar.
Subo al metro… y tengo que coger la línea roja, que además llega al extrarradio y pasa por el mismísimo centro de la city. ¿Qué significa eso? Que va lleno de gente, chicas con botas blancas, gente que no se ponen los auriculares del phone para escuchar música, chicas con enormes aros de color oro en las orejas hablando por teléfono a grito pelao, enormes melenas, chándales con rayas a los lados e indecisos en general que no saben donde coño ponerse y dan más vueltas que la chica que esta bailando en el anuncio de TENA LADY preguntándole a su novio si se ha fijado que tiene perdidas de orina mientras su vestido se levanta hasta la línea de las bragas.
Con todo ese ajetreo… tengo que estar pendiente que nadie me las pise. Es taaaaaaaaaaan estresante pensar en ello en estas circunstancias… y:
La vi… era ella, una gran representación de cada uno de los aquí estaban. Pelo bien largo sin forma, aros grandes y revoloteando por todo el maldito vagón para encontrar sitio. Molestó al de mi derecha, molestó al de mi izquierda, molestó al de enfrente de mí, molestó al de atrás… A todos menos a mi, aunque en la parada donde la mayoría de los viajeros bajó, se quedó un asiento vacío en diagonal mío. Más lista que el hambre volvió a moverse de nuevo, pasó por debajo de mi brazo –casi rozando mis bambas con sus botas de tacón de mal gusto- y contra viento y marea sentó su culo en el sitio. ACABO POR NO PISAR MIS SHOES. Y se lo agradezco.
Cuando parecía que todo el riesgo había pasado, me encontré con mis amigos, entramos en el Bar Negroni a tomarnos unas alhambras y BIIIIIIIIIIINGO…. Tuvo que entrar el único habitante de Juneda a pisarme mis preciosas y hasta ese momento limpias bambas.
ME CAGÜEN LA PUTA
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